“Nadie sabe lo que puede un cuerpo” sostuvo Baruch Spinoza, y quizás tampoco lo que sugiere o explica un cuerpo. Derecha e izquierda derivan de las manos del deambulador mucho antes que de la vida política. La historia recuerda que esas extremidades fueron rebautizadas para los asientos de aquella asamblea vocinglera de la revolución francesa. Desde sitios opuestos imprecaban renovación y permanencia, conservación o cambio. Las manos fueron selladas como signos binarios al calor de los fervientes discursos. Esas visiones de la vida pública antes eran ambidiestras, mixtas y cambiantes, como todavía ilustraban las cámaras inglesas o algunos consejeros prusianos. No obstante, los impulsos que sostienen la notoria división en dos direcciones preceden esa arquitectura ideológica, son arcaicos, quizás intemporales. El paralelismo puede asimilarse a las etapas de la vida animal, pasiones ambiciosas o aceptación inevitable, ardiente entusiasmo o crepúsculo del final, impaciencia juvenil ...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges