En el intento de apresar este tiempo enrarecido, procuré retornar sobre algunos clásicos. Buscaba esa calma íntima, el espacio que viene de voces lejanas. Pero esos textos o filmes sacralizados, donde todo es absoluto y nada es contingente, me trataron esta vez de otra manera. Releí a Boccaccio con el respeto de siempre, pero me parecía leer el original, el manuscrito tibio de un contemporáneo transmitiendo su experiencia. La peste logra disolver distancias, remite a tal incertidumbre existencial que rompe el calendario y te hace flotar entre otros naufragios del océano de tiempo. Enclaustrado el cuerpo, la memoria desocupa unos salones y abre otros. Se puede desembocar en escenas de infancia casi disueltas o episodios entrevistos en otra parte. El encierro devuelve a muchos lectores al Diario de Ana Frank, otros inesperadamente se conmueven por la peste de Atenas sitiada por los espartanos, por la viruela del derrumbe azteca o el tifus del Gueto de...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges