Vladimir Nabokov había sostenido que la palabra “realidad” debía escribirse siempre entre comillas. Este desafiante alarde literario ya había sido anticipado por estudios sobre las ideologías, la percepción o el psicoanálisis. Suspendían la diferencia entre realidad y ficción que ya había dictaminado firmes categorías, desde géneros literarios hasta disciplinas metafísicas. No obstante, dicho alerta tuvo otras vueltas de tuerca. Hoy revive y se extiende fuera de los predios estéticos, allá donde la cotidianidad más plebeya puede usurpar la fantasía. Por esa nueva facilidad “la ficción”, “el sueño” y “lo real”, han mezclado los tintes en toda la experiencia humana, y no alcanzan las renegridas comillas. A su vez, la colonización imaginaria de la realidad fue acelerada con vértigo, y no solo la naturaleza terminó imitando el arte. En su momento, el derrumbe de la Torres Gemelas había “realizado” la majestuosidad del “comics”, y la siguiente persecución de un enemigo elusivo y...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges