Un repaso a los ensueños de la lenta memoria del arte, en este siglo que la catástrofe planetaria ha tornado un impredecible desván fantástico, resulta un ejercicio melancólico. El vértigo de noticias, que no guarda ningún compromiso con la verificación, trastorna nuestra imaginación con mayor poder que la ficción literaria o el cine. La vivencia apocalíptica, cultivada durante milenios con efluvios bíblicos, seguidos por los amenazantes misterios góticos del romanticismo, y después con la tremendista ciencia ficción, procede hoy desde la seca realidad. El clásico desasosiego metafísico se hunde ahora en un aclimatado temple costumbrista, fatal y disminuido. Lo desanima y dispersa el sordo presagio de una catástrofe mayor. Desde la inesperada fama de los extinguidos dinosaurios entre los niños, hasta el escepticismo del humanismo progresista en sus padres o el pesar de los abuelos por un porvenir sin legados, la insoslayable luz crepuscular ensombrece los ...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges