Al mismo tiempo que, casi al doblar el siglo, fue presentado el alarmante “final de los grandes relatos”, hubo poda del follaje retorico, florecieron prefijos y sufijos (“pre”, “post”, “trans”, “proto”, “neo”, “multi” ….”), tonificaron raíces y se expidieron nuevas narraciones. Eran más directas, breves, escenográficas y mezcladas, tejían video clips y Twitter, los estallidos digitales y las “fakenews”, y proclamaban la persistencia balbuceante de la pulsión narrativa. Hasta el tic tac del reloj puede narrar decía Frank Kermode, hay un Genesis en Tic y un Apocalipsis en Tac. Quizás se procuraban una reducción, como en las ecuaciones matemáticas, o una síntesis como en la música que, según Oscar Wilde, otorga una historia incluso a los que no la tienen. No era un resultado airoso, pero todavía se relataba. Incluso sin el soplo ideológico, histórico o religioso, el tiempo humano siempre puede respirar en la trama de un...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges