El entorno, aun siendo vago como la realidad o imaginario como en los libros, determina lo que somos y pretendemos. Los ambientes esbozan y refractan la intimidad. La casa, cerrada por pandemias, nos achica, define en el ángulo del miedo; la altura montañosa, la colina, entona trascendencia, encumbra lo íntimo; la llanura, de modo lento y delicado, nos amplía; el mar lo hace de manera inconclusa, como la música. Basta entrar en una manifestación o en un teatro para ser público y general, y entrar en una tormenta o un bombardeo para reconocernos como único y casual. Estas identificaciones diversas nos moldean sin culminar el perfil, y alimentan la capacidad plural. Es también una propiedad poliédrica de la democracia, fuente de la diversidad. Una identidad flexible acepta cambios y tolera mejor las tormentas. Lo contrario de esta labilidad de micromundos es el temple paranoide, que convierte la pupila en trinchera y el horizonte en tel...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges