Época paradójica: crecen las pasiones colectivas mientras las identidades se van licuando en las pantallas digitales. Países, culturas y regiones remachan señas identificatorias, exaltan orígenes y ancestros con frenética convicción, pero los sujetos de esta marejada abandonan su intimidad y padecen una perplejidad aluvional. Una especie de zombis, cada vez más ahuecados, se afilian a estas definiciones colectivas que enmascaran el vacío. La carrera hacia el origen, para adueñarse de la historia y los mitos, se ha desatado en escala ecuménica. Es casi una reacción directa a la disolución de identidades personales. Una transformación inevitable: el Yo deriva del Otro y la Otredad se ha fragmentado y cambiado de manera radical. El prójimo de Internet no es el de los templos, los sindicatos o los barrios. Un remolino tecnológico ha disuelto las claves recónditas de la presencia humana. Las infatigables figuras ofrecidas ´por internet no logran dar sustancia a la desol...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges