El 30 aniversario de la muerte de Juan Carlos Onetti rememora su difusa grandeza, irrefutable, continua, pero siempre impalpable. La evanescencia del tango es uno de sus afluentes. El convenio con un borramiento ambiguo y la trémula sombra no tuvo frontera póstuma. Recuerdo haber visto una película uruguaya sobre uno de sus cuentos, que me convenció que su literatura era inmune a la cámara, igual que García Márquez, pero desde el otro ángulo. Con el esplendor fílmico, uno perdía la duda y la penumbra reflexiva, y el otro la insistencia luminosa de la certeza tropical, que son asuntos palabreros y no de imágenes. Curiosamente, es la descripción, la mirada lenta, no la acción y el verbo, el soporte de esos ámbitos opuestos. A Onetti lo pude rescatar mucho después en una película, pero era turca y se llamaba, creo, “los tres monos”. Era sobre corrupción y fraude, y campeaban las sombras y las tomas inciertas. Quizás el director no había siquiera conocido a On...
“ Tal vez la historia no sea más que la diversa entonación de unas pocas metáforas ” La esfera de Pascal, J.L.Borges