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Mostrando las entradas de febrero, 2025

Nuevas criaturas para lenguajes abismales

    La inminencia de lenguajes generados por inteligencia artificial erosiona con una sombra de duda los lenguajes naturales, que son, según Román Jacobson, los que siempre apoyaron la imaginación y la invención humana. Esa inquietud podría crecer en la literatura, depositaria preferida de los encantos y misterios de la lengua natural. La historia literaria de siglos fue otorgando al lenguaje un carácter sagrado, particularmente enfático en los clásicos, pero siempre impulsado por la deslumbrante distinción de la creatividad humana. La idea, ya probada, de gestar textos con una nueva y desconocida inteligencia digital, estremece la sensibilidad estética que nutre la cultura verbal. Ese gran arcón guarda también los diversos tipos de silencio, las imposibilidades y dispositivos donde se originó el lenguaje, y nació y vive la escritura. La homogeneidad humana guarda sus sentidos y los trasmite. Por cierto, la pluma de Víctor Hugo o Poe, cuya tinta recibía el sanguíneo impulso de...

Inteligencia artificial : sacralización mesiánica de la tecnología

  “¿Podría Dios crear una piedra tan pesada que El mismo no la pueda levantar?” El Talmud     ¿Cómo un sistema político puede coordinarse con la era técnica?   No se responder. No estoy    convencido que eso sea la democracia. Martin Heidegger, Entrevista póstuma en der Spiegel.       Según acuciosos etnólogos, el dominio prehistórico del fuego no solo permitió la diferencia de lo “crudo” y lo “cocido”, que disparó la gloria antropológica de Levy Strauss, también empujó mutaciones empíricas más allá de la organización simbólica. El “cocimiento” transformaba los alimentos, aceleraba la tarea del aparato digestivo: la revolucionaria técnica permitía externalizar parte de la fisiología. El fuego metaforizó “la luz” que inaugura la teología, y luego la Ilustración del Siglo XVIII, incluso el “insight” de los psicoanalistas y otras alquimias del “espíritu”, pero no habría sido solo la alegoría y esplendor que había robado Promete...