Fernando Yurman es psicoanalista con experiencia clínica y docente en Argentina y Venezuela, actualmente reside en Israel. Ha dictado cursos y conferencias sobre arte y psicoanálisis, y publicado en medios locales y extranjeros. Ha editado libros vinculados al arte y la cultura: "Metapsicología de la sublimación (1992), ¨Lo mudo y lo callado¨ (2000) , ¨La temporalidad y el duelo¨ (2003), ¨Psicoanálisis y creación¨, (2002), ¨Sigmund Freud¨ ( 2005), ¨Crónica del anhelo (2005), ¨La identidad suspendida¨ (2008), ¨Fantasmas precursores (2010) , y también ficciones como ¨La pesquisa final ¨ (2008), ¨El legado¨ (2015), ¨El viajero inmóvil (2016).
Es inevitable, en tiempos turbulentos, rememorar la pesimista visión de Alexis de Tocqueville en 1835 sobre la naciente democracia norteamericana. Las pasiones derrotadas de la revolución francesa parecían tonificarse con nuevas multitudes, pero también alarmaban con sus riesgos abismales. Tocqueville no confiaba que mejorarían las sociedades por el dictamen de las incultas mayorías. Las arengas en la calle mayor, discusiones acaloradas en cantinas y abastos, no presagiaban una convocatoria armoniosa. El respeto ciudadano fue siempre una causa sagrada de los padres fundadores de la independencia norteamericana. Era el aliento democrático fundamental de sus instituciones republicanas y el hálito pluralista de la identidad nacional. La impronta individual permeaba la vida social. Dicha reserva sostenía el frenético optimismo de Hamilton sobre la diversidad, el mesurado civismo de Douglas, el rigor que, incluso esclavistas como Jefferson, enarbolaban en los ideales li